Las extensas mesetas situadas al este del Jordán proporcionaban abundantes
pastos para los rebaños, y por los desfiladeros y colinas boscosas habían vagado
muchas ovejas perdidas, que eran buscadas y traídas de vuelta por el cuidado del
pastor. En el grupo que rodeaba a Jesús había pastores, y también hombres que
habían invertido dinero en rebaños y manadas, y todos podían apreciar su
ilustración.
Oveja
perdida: los publicanos y pecadores. La oveja extraviada sabe que está perdida. Se ha apartado del pastor y del
rebaño y no puede volver, representa a los que comprenden que están
separados de Dios, que se hallan dentro de una nube de perplejidad y humillación,
y se ven grandemente tentados. El pastor debe
buscarla, pues ella no puede encontrar el camino de regreso. Así también el
alma que se ha apartado de Dios, es tan impotente como la oveja perdida, y si
el amor divino no hubiera ido en su rescate, nunca habría encontrado su camino
hacia Dios.
El pastor se llena de pesar y ansiedad. Cuenta y recuenta el rebaño, y no
dormita cuando descubre que se ha perdido una oveja. Deja las noventa y nueve
dentro del aprisco y va en busca de la perdida. Cuanto más oscura y tempestuosa
es la noche, y más peligroso el camino, tanto mayor es la ansiedad del
pastor y más ferviente su búsqueda. Hace todos los esfuerzos posibles por
encontrar esa sola oveja perdida. Con cuánto alivio siente a la distancia su primer débil balido. Siguiendo el
sonido, trepa por las alturas más empinadas, y va al mismo borde del precipicio
con riesgo de su propia vida. Así la busca, mientras el balido, cada vez más
débil, le indica que la oveja está por morir. Al fin es recompensado su
esfuerzo; encuentra la perdida. Entonces no la reprende porque le ha causado
tanta molestia. No la arrea con un látigo. Ni aun intenta conducirla al redil.
En su gozo pone la temblorosa criatura sobre sus hombros; si está magullada y
herida, la toma en sus brazos, la aprieta contra su pecho, para que le dé vida
el calor de su corazón. Agradecido porque su búsqueda no ha sido vana, la lleva
de vuelta al redil.
No nos arrepentimos para que Dios nos ame, sino que él nos revela su amor para que nos arrepintamos.
Los rabinos tenían el dicho de que hay regocijo en el cielo cuando es destruido
uno que ha pecado contra Dios; pero Jesús enseñó que la obra de destrucción es
una obra extraña; aquello en lo cual todo el cielo se deleita es la restauración
de la imagen de Dios en las almas que él ha hecho.
Cuando alguien que se haya extraviado grandemente en el pecado trate de volver a
Dios, encontrará crítica y desconfianza. Habrá quienes pongan en duda la
veracidad de su arrepentimiento. Tales personas no están haciendo la obra de Dios sino la de Satanás,
que es el acusador de los hermanos. Mediante sus críticas, el maligno trata de
desanimar a aquella alma, y llevarla aún más lejos de la esperanza y de Dios.
Contemple el pecador arrepentido el regocijo del cielo por su regreso. Descanse
en el amor de Dios, y en ningún caso se descorazone por las burlas y las
sospechas de los fariseos.
En un sentido amplio este planeta representa la oveja perdida, somos los únicos en el vasto universo que hemos caído en pecado.Cristo, el amado Comandante de las cortes celestiales, descendió de su elevado
estado, puso a un lado la gloria que tenía con el Padre, a fin de salvar al
único mundo perdido. Dios se dio a sí mismo en su Hijo para poder tener el gozo de recobrar la oveja
que se había perdido.
A nosotros también se nos ha encomendado una obra que hacer, debemos buscar las almas y llevarlas de vuelta al redil. Si no se lleva la oveja perdida de vuelta al aprisco, vaga hasta que perece, y
muchas almas descienden a la ruina por falta de una mano que se extienda para
salvarlas.
Los fariseos entendieron la parábola de Cristo como un reproche para ellos, por su descuido hacia los publicanos y pecadores, eran falsas sus pretensiones de piedad. Muchos rechazaron el reproche de Cristo, pero hubo algunos que quedaron
convencidos por sus palabras; después de la ascensión de Cristo al cielo, descendió sobre éstos el Espíritu
Santo y se unieron con los discípulos precisamente en la obra bosquejada en la
parábola de la oveja perdida
No hay comentarios:
Publicar un comentario