domingo, 9 de noviembre de 2014

El Sermon del monte: Jesus y el ayuno Mt. 6:16-18


16. Cuando ayunéis, no seáis austeros: El ayuno que la Palabra de Dios ordena es algo más que una formalidad. No consiste meramente en rechazar el alimento, vestirse de cilicio, o echarse cenizas sobre la cabeza. El que ayuna verdaderamente entristecido por el pecado no buscará la oportunidad de exhibirse. No es afligir el cuerpo a causa de los pecados del alma, sino ayudarnos a percibir el carácter grave del pecado, a humillar el corazón ante Dios y a recibir su gracia perdonadora.

A nada conducirá el hacer penitencia ni el pensar que por nuestras propias obras mereceremos o compraremos una heredad con los santos. Cuando se le preguntó a Cristo.

17. Unge tu cabeza y lava tu rostro: Todo lo que se hace para gloria de Dios tiene que hacerse con alegría, no con tristeza o dolor. Si por su actitud de congoja los cristianos dan la impresión de haberse chasqueado en el Señor, presentaran una concepción falsa de su carácter, y proporcionan argumentos a sus enemigos.

Cristo desea que su servicio parezca atractivo, como lo es en verdad. Revélense al Salvador compasivo los actos de abnegación y las pruebas secretas del corazón. Dejemos las cargas al pie de la cruz, y sigamos adelante regocijándonos en el amor del que primeramente nos amó.

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