El amor al dinero era la pasión dominante en la época de los judíos. La
mundanalidad usurpaba en el alma el lugar de Dios y de la religión. Así ocurre
ahora. La ambición avarienta de acumular riquezas tiene tal ensalmo sobre la
vida, que termina por pervertir la nobleza y corromper toda consideración de los
hombres para sus semejantes hasta ahogarlos en la perdición.
19. No os hagáis tesoros en la tierra: Lo que se atesora en el mundo absorberá la mente y excluirá aun las cosas del cielo. La ambición avarienta de acumular riquezas tiene tal ensalmo sobre la vida, que termina por pervertir la nobleza y corromper toda consideración de los hombres para sus semejantes hasta ahogarlos en la perdición.
19. No os hagáis tesoros en la tierra: Lo que se atesora en el mundo absorberá la mente y excluirá aun las cosas del cielo. La ambición avarienta de acumular riquezas tiene tal ensalmo sobre la vida, que termina por pervertir la nobleza y corromper toda consideración de los hombres para sus semejantes hasta ahogarlos en la perdición.
20. Haceos tesoros en el cielo: Se nos permite unirnos con él en la gran obra de
redención y participar con él de las riquezas que ganó por las aflicciones y la
muerte. Cada palabra y acto que mediante la gracia de Cristo encienda en algún
alma el impulso de elevarse hacia el cielo, cada esfuerzo que tienda a la
formación de un carácter como el de Cristo, equivale a acumular tesoros en los
cielos.
Si hemos prestado atención a las palabras de Cristo, al congregarnos alrededor
del gran trono blanco veremos almas que se habrán salvado como consecuencia de
nuestro ministerio; sabremos que uno salvó a otros, y éstos, a otros aún. ¡Cuán precioso será el cielo para quienes hayan trabajado fielmente por
la salvación de las almas!
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