viernes, 21 de noviembre de 2014

Parabola El trigo y la cizaña Mt. 13:24-30

 La parábola es una descripción de lo que pertenece al reino de Dios, su obra por la salvación de los hombres

Un hombre sembró: Jesús, el Hijo del Hombre.

buena semilla: Los hijos de DIOS, nacidos de su Palabra

Campo: el mundo, la iglesia de DIOS en la tierra



Mientras dormían los hombres: El enemigo no puede ser visto por los ojos mortales. Sólo se ve el resultado de su trabajo.

Enemigo: Satanás

Cizaña: los hijos del malo, constituyen los frutos o la personificación del error o los falsos principios.

La Siega: el fin del tiempo de gracia.


Los segadores: los angeles.

En el Oriente, los hombres se vengaban a veces de un enemigo esparciendo en sus campos recién sembrados semillas de alguna hierba nociva que, mientras crecía, se parecía mucho al trigo. Brotando conjuntamente con el trigo, dañaba la cosecha e imponía dificultades y pérdidas al dueño del campo.

Satanás esparce sus malas semillas entre el buen grano del reino. Y atribuye el fruto de esta siembra al Hijo de Dios. Trayendo al seno de la iglesia a aquellos que llevan el nombre de Cristo pero cuyo carácter lo niega, el maligno hace que Dios sea deshonrado, que la obra de la salvación quede falseada y que las almas peligren.

Dejad crecer juntamente lo uno con lo otro: aquellos que persisten en pecados manifiestos deben ser separados de la iglesia; pero no nos ha encomendado la tarea de juzgar el carácter y los motivos. Si tratásemos de extirpar de la iglesia a aquellos que suponemos cristianos falsos, cometeríamos seguramente errores. Si tratásemos de extirpar de la iglesia a aquellos que suponemos cristianos falsos, cometeríamos seguramente errores. También El verdadero carácter de estos fingidos creyentes no es plenamente manifiesto. Si se los separase de la iglesia, se haría tropezar a otros que, de no mediar esto, habrían permanecido firmes. 



Recoged primero la cizaña: los impíos recibirán su merecido antes de que la tierra sea renovada y se constituya en el hogar de los santos.

Atadla en manojos: las siete últimas plagas que caerán entonces completarán el proceso para que pueda ser quemada.

Para quemarla: las semillas del mal no volverán a brotar. No habrá para los malos un segundo tiempo de gracia



La enseñanza de esta parábola queda ilustrada en el propio trato de Dios con los hombres y los ángeles. Satanás es un engañador. Cuando él pecó en el cielo, aun los ángeles leales no discernieron plenamente su carácter. Esta es la razón por la cual Dios no destruyó en el acto a Satanás. Si lo hubiese hecho, los santos ángeles no hubieran percibido la justicia y el amor de Dios. Una duda acerca de la bondad de Dios habría sido una mala semilla productora de amargos frutos de pecado y dolor. Por lo tanto, el autor del mal fue dejado con vida hasta que desarrollase plenamente su carácter. Dios ha soportado la angustia de contemplar la obra del mal, y otorgó el infinito Don del Calvario antes de permitir que alguien fuese engañado por las falsas interpretaciones del maligno; pues la cizaña no podía ser extirpada sin peligro de desarraigar también el grano precioso. ¿Y no seremos nosotros tan tolerantes para con nuestros semejantes como el Señor del cielo y de la tierra lo es con Satanás?

El mundo no tiene derecho a dudar de la verdad del cristianismo porque en la iglesia haya miembros indignos, ni debieran los cristianos descorazonarse a causa de esos falsos hermanos. Dios ha sido falsamente representado por la iglesia a causa de la forma de tratar con aquellos que se suponía eran herejes.

En la cosecha del mundo no habrá ninguna semejanza entre lo bueno y lo malo. Entonces aquellos que se han unido a la iglesia, pero que no se han unido a Cristo, serán manifestados y tendrán su recompensa.  

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